viernes, 27 de enero de 2012

Díselos!

¿Cuántas veces no hemos vivido un amor “prohibido”? Si, de esos que hasta el miedo lo convierten en algo atractivo y único, de esos amores que dejan un muy buen sabor de boca, experiencias, aprendizaje, el que a veces se convierte en el amor de tu vida… pero ¿cuánto tiempo estás dispuesto a callarlo?

Pues verán, ahora me toca hacer está gran recomendación para leer: “Diles que me quieres” de Ángel Hernández, ganador del último premio Odisea. Seré corto y no daré muchos detalles para que puedan ustedes leer el libro sin yo haberlos boicoteado en su lectura.


Inicialmente no creía que este libro llegara a interesarme al 100% ya que se desarrolla en el ambiente futbolístico y la verdad es que de eso no se nada… al igual que el protagonista jeje, de hecho cuando pude comprarlo preferí llevarme al otro finalista (libro que posteriormente comentaré una vez que lo lea). Fue por la recomendación de aquella persona que vuela conmigo bajo el mismo cielo que tuvo lugar este encuentro y opté por leerlo, claro  y porque accedió a prestármelo.

La historia tiene como escenario España… y Alemania… y Chile… y… bueno, son varios países los que le sirven de escenario a esta maravillosa historia la cual desde el inicio nos seduce haciendo la narración de las situaciones que conforman el pasado trágico del protagonista, la verdad es que muchas veces podemos dejar de creer en el amor por diversas situaciones pero las que le han ocurrido a Davi “con énfasis en la a y sin la d al fina” la verdad es que no cualquiera las podría sobrellevar y es digno de admirar a quién las haya atravesado y seguido con su vida adelante, no por esto olvidado pero hay mucha gente que se rinde y se queda en el camino como al parecer nuestro protagónico pudo haberlo hecho de no ser por…

Por otra parte tenemos los fantasmas que existen en la cabeza de Fran, aunque probablemente estos fantasmas no son tan imaginaros y muchos de nosotros nos hemos encontrado con estos en la vida real. Y es que hacer frente a una realidad que muchas veces a nosotros nos toma años aceptar, la verdad es que no es nada fácil, da miedo la reacción que pudiesen tener los demás en especial aquellos seres a los que les tenemos algún tipo de cariño y además, cuando nos desenvolvemos laboralmente en un medio un tanto más conservador, esto vuelve más difícil pero no imposible el vivir plenamente y sin esconderse. Y no es que en el ambiente futbolístico no existan gays y esté condenado el serlo, al contrario en teoría muchos equipos nos discriminan y apoyan la causa, pero al final sigue siendo un tema tabú y que no se toca abiertamente por lo general.

Y pues si, en la historia estos dos maravillosos hombres que describe el autor que a mi me dejan la impresión de ser tipazos, de esos con los que soñamos encontrar y enamorarnos perdidamente, exitosos, inteligentes, con sentimientos… bueno ya saben; la cosa es que se enamoran. La descripción del proceso de enamoramiento te atrapa desde el primer instante en que comienzas a sospecharlo, la verdad es que me remitió a varios acontecimientos que tenía guardados en mi memoria y que deseo volver a vivir tan intensamente como nuestros dos protagónicos. Y que decir de las escenas de sexo que de verdad lograr trasmitir esa pasión sin ser vulgar, capaz de trasmitir el erotismo que se vive en esos momentos, que lejos de caer en el morbo, nos saca una sonrisa pícara cuando recordamos nuestras escenas similares.

Es una historia que retrata perfectamente las difíciles situaciones por las cuáles muchas parejas gay tienen que atravesar y que perfectamente se puede extrapolar a distintos ámbitos laborales. Claro, el hecho de que esta se desarrolle en el mundo del balón-pie le añade emoción al ser Fran una figura pública que tiene que “cuidar” su imagen y que su condición homosexual y relación con Davi los mete en situaciones que van desde hacernos reír a carcajadas hasta provocarnos el derramar una que otra… o muchas lágrimas.

Pero no todo está relacionado con el trabajo, también están los amigos, dejándonos ver lo importante que son estos en nuestra vida y como contar con su apoyo en invaluable, presentándonos extremos desde la aceptación sin cuestionamientos hasta el duro proceso que algunos de los nuestros tiene que atravesar para poder retomar una gran amistad. Por otro lado está la familia y ese miedo por el cual se atraviesa antes de que ellos sepan una verdad que ocultamos pero que muchas veces saben de antemano.

La narrativa es sencilla, nada compleja, una novela muy ligera pero muy significativa que nos hacer recorrer distintos estados de ánimo; una historia que nos permite aprender de experiencias de personajes que no importan si son ficticios o no ya que sus vivencias son tan apegadas a la realidad que podemos sentir propias, ejemplos de cómo sobrellevar situaciones difíciles, pérdidas de amores pasados, cuestionamiento de amigos, miedos antes esta sociedad, etc.  

Al terminar de leerla lo único que puedo decirles es que me quedo con ganas de volver a vivir un amor así, la pasión al vivir cada día, la intensidad de las emociones, la entrega mutua, ese arrebato al amarse, el proceso de conquista que casi casi pasa desapercibido pero cumple su cometido, las pláticas, las caricias, los besos, las confesiones, el apoyo, las risas, la lágrimas… ah, y de tomar un vino caliente que desde el regreso de mis vacaciones no he podido hacer.


En verdad si pueden conseguir este libro háganlo, no se si en “El armario abierto” esté disponible aquí en México.

Como nota al margen, al escribir esta reseña lo que sonaba en mi iPod: “On n’oublie jamais rien / Per vivere il recordo che ho di noi” y si, esta canción junto con la novela hacen recordar esos momentos en historias pasadas que permiten sonreír y otras veces derramar una lágrima nostálgica pero que nos inunda de ganas de vivir otra historia más. Y es que la historia de esta novela es de esas que no se olvidan y que ojala durasen para siempre.

viernes, 13 de enero de 2012

El camino de regreso, las cosas que aún se y las que no me espero.

Y es que cuando no tenemos nada que decir es mejor guardar silencio, cuando no entendemos nuestro entorno es mejor observar y analizar… por las razones anteriores es que me había ausentado y dejé de escribir, ahora que ha pasado tiempo me siento de regreso en mi camino.


El 2011 terminaba con una serie de desencuentros, las cosas que toda la vida he querido y que pensaba ya estaban por fin llegando  a mi vida se fueron, o tal vez nunca estuvieron. Entre tanto cambio tan repentino es que me alejé de mi camino, y no es malo tomar nuevas direcciones, a veces es muy enriquecedor pero ¿qué sucede cuando en ese nuevo andar nos perdemos a nosotros mismos? Me buscaba en cada cosa sin poderme encontrar, busqué en la música y encontré sorpresas agradables pero no estaba yo, busqué en la ropa y eso si que fue muy divertido, algo de mi encontré (nada más que era algo que nunca antes había atrevido a sacar pero seguía sin reencontrarme), la dieta desapareció, abandoné el gimnasio, libros que quedaron sin leerse… Vaya, lo que les quiero decir es que me sentía tambaleante en mi andar, tropezando con cada pequeña piedra que encontraba y cargando maletas con un equipaje para nada ligero.

A pesar de lo turbio que puede sonar lo pasado, justo antes de terminar el año ocurrió un encuentro que me permitió cerrar bien el año y comenzar con ansias este 2012, tan bueno fue este encuentro que lo traje presente en todas las vacaciones que eran el otro elemento que me dejó cerrar el año muy contento.

Y “Que empiece la fiesta” (libro de Niccolò Ammaniti que fue mi acompañante) de los últimos días del año que acaba de concluir y que les cuento pasé en Europa; un viaje con personas que se han convertido en grandes amigos, en cómplices, en compañeros de esta vida incluyendo a aquél con quien vuelo bajo el mismo cielo.


París siendo invadido por un grupo de ocho turistas en bicicleta; la placentera tarde con Venecia como escenario de ricas pláticas con un compañero de vuelo (que me remonta a “Compagna de viaggio” en algunos aspectos) un par de vasos de vino caliente, varios spritz y tazas de cioccolata calda...


... aquella esquina en Florencia con las que siempre dábamos y las peculiares señales que incluso me sugerían un alto para ir hacia el amor...


... la visita Pisa de pisa y corre; Roma y la exquisita comida en un pequeño restaurante de barrio, la tienda con Piccolino en edición especial, la celebración de fin de año con todo y el maravilloso concierto de Laura Pausini, mismo  que me arrancó muchas lágrimas y otras tantas sonrisas...


... Milán de noche que me enseño que “if devil wears Prada, god wears Versace”...


...la gran Barcelona que pude recorrer en bicicleta para conocer cada rincón de la ciudad o al menos los más interesantes; Madrid en donde ví que los euros pagados en la entrada al Vaticano fueron utilizados para los suéteres nuevos de Massimo Dutti de las monjitas (pobrecitas ellas no fuera a ser que con un sweater más barato les fuera a dar frío, y no es que Massimo sea “la marca” pero ¿y el voto de pobreza?)…


Todas estas ciudades conformaron la escena de unas vacaciones tan esperadas por mí que incluyeron la persecución de la luna por todas estas ciudades para una promesa por cumplir (que aunque en París sólo hubo un pedacito de luna, esta me lo recompensó haciéndose presente en el concierto de Laura Pausini).


Ahora en el camino de regreso a mi puedo decir que me siento de nuevo yo. Y hay cosas que aún sé sobre mí; sé que sigo en esta búsqueda de un crecimiento laboral, un enriquecimiento de persona con todas las cosas que he podido vivir, las que he disfrutado pero también las que he sufrido, de todo se aprende y sabes que valió la pena cuando te quedas más de lo que dejas; continúa a bordo de esta cabecita loca y este tonto corazón la idea del amor romántico, mi vida en color rosa (no por esto fácil, ahora si que como cantó Madonna “I want the good life, but I don’t wan’t an easy ride”) y tener un hogar para compartirlo con ese alguien especial; la intensidad con la que vivo y de la que lejos de avergonzarme me siento orgulloso, porque siempre he preferido el negro o el blanco que el gris; la entrega a mis amigos y las ganas de pasar con ellos más momentos que queden grabados en la memoria y estar aquí para toda la gente a la que quiero… todo esto sigo siendo.

Para sorpresa mía llegan cosas que no me espero y que auguran un espléndido 2012. Dentro de los encuentros están un casi seguro cambio laboral y con esto camino un paso más hacia la tan esperada independencia de mi ser; por otra parte, una muy importante para mi, en una de esas una nueva oportunidad al amor detrás de unos sexy eyes, además están los amigos que aquí siguen y deseo con todo mi ser que sigan. Sin embargo no todo es miel sobre hojuelas, también se vislumbran desencuentros, la muy probable ruptura familiar que a pesar de todo si en algún momento tenía que darse, ahora es una buena época aunque la verdad preferiría que no fuese así.

Todo esto me trae a la mente aquellas frases que hace poco puse en el caralibro y en el twitter, frases que hoy reflejan el momento que vivo y que les dejo tal cual fueron concebidas:

“Non lasciare che il passato ti dica chi sei, lascia che ti dica chi diventarai. Io non chiedo niente più di quel che ho, siamo anche ciò che abbiamo perso. Le cose non cambiano finché non cambi il modo di guardarle.”

Ahora sí a iniciar el 2012 esperando nuevos encuentros sin descartar desencuentros, abriendo puertas y dejando atrás lo que ya no tiene lugar en mi, conservando aquello que debe permanecer y esperando todo lo que hay por venir… algo si les digo, lo empiezo muy feliz con lo que hasta ahora el año me ha mostrado.
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